Así era la vida dentro del puente de la calle 100

Con conexiones eléctricas, cocineta, camas y banderas de Millonarios, el interior del puente de la 100 sirvió de hogar a 'Tatareto'.
Por más de tres años, el interior del costado norte del puente de la calle 100 con carrera 15 fue el hogar de José Luis Reyes, un limpiavidrios de 33 años que trabaja en esta zona de Bogotá y que tras una crisis económica abandonó su hogar en el centro para vivir en las calles.
Reyes o ‘Tatareto’, como lo conocen los habitantes de calle de la 100 por su evidente tartamudeo, logró equipar su improvisado hogar no solo con conexiones eléctricas (que a menudo se funden), sino también con una cocineta, camas y banderas de Millonarios, equipo del que es fanático.

“Esta casa me la gané a pulso. Antes debía compartirla con drogadictos, pero como yo no le ‘jalo’ al vicio desde hace once años, me tocó sacarlos. No me los aguantaba”, cuenta Reyes, mientras señala una serie de cicatrices en sus brazos, producto de las riñas con los consumidores. (En imágenes: Así era el 'apartamento' bajo el puente de la calle 100 con 15 en Bogotá)
Según él, el interior de este paso vehicular era la opción más económica como hogar, luego de divorciarse de su esposa, de quien todavía conserva una foto. “O era lo de la pieza o la comida de mis hijas. Cuando vi que una de las compuertas del puente no tenía candado encontré una solución”, cuenta ‘Tatareto’.
Desde entonces, hace tres años, decidió trabajar como limpiavidrios y reciclador de la 100. “Esto me ha dado para estar presentable, responder por mis niñas y hasta para tener una motico”, dice mientras enseña un llavero con el escudo de ‘Millos’.
Sin embargo, tras un operativo de recuperación del espacio público en el puente de la 100, realizado el pasado martes por la alcaldía de Chapinero, la Policía, la Defensoría del Espacio Público (Dadep) y la Secretaría de Integración, el ‘apartamento’ de Reyes y otros dos más ubicados en el cruce de la 100 con 15 fueron sellados.
“Por fortuna, los contratistas del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) lograron clausurar tres compuertas que conducían hacia el interior del puente. Hace dos meses planeamos este operativo con Integración, quien ya había advertido a los habitantes de calle sobre el desalojo”, afirmó Hernando Quintero, alcalde de Chapinero.
En el caso de ‘Tatareto’, aunque reticente al principio, accedió a dejar su hogar, gracias a que operarios de Aguas de Bogotá lo ayudaron a mover los artículos que había acumulado para vender como reciclaje.
“No acojo los servicios de reubicación, porque yo no soy habitante de calle y no me encuentro en pobreza. Dejo mi casa con tristeza, pero también vuelvo a mi familia”, asegura.
Otra fue la historia de Manuel Reyes, quien desde hace dos años habitaba dentro del costado sur del puente de la calle 100 y era vecino de su hermano ‘Tatareto’.
Tal como registró Integración, su residencia, a diferencia de la de su hermano, no tenía conexiones eléctricas y estaba contaminada por excrementos y restos de estupefacientes.
“Mi hermano es consumidor de pegante y por eso nos distanciamos. Lo intenté ayudar, pero él prefiere la calle que su casa, a pesar de que tiene cuatro hijas”, admite ‘Tatareto’ con la voz quebrada.
Por lo pronto, el Distrito también ofreció sus servicios a otro habitante de calle que, según Reyes, a veces duerme dentro del puente.
Se trata de un adulto mayor, de unos 60 años, que responde al nombre de Boanerge, camina acompañado de dos perros y dice provenir de Aranzazu, departamento de Antioquia.
De acuerdo con la Secretaría de Integración, presenta problemas mentales, ya que no recuerda su nombre ni tampoco su ubicación. Por esta razón su caso ya fue alertado a la Secretaría de Salud, entidad encargada de habitantes de calle con patologías mentales. “Esperamos ofrecerle la ayuda especial que necesita pronto, para que quizá vuelva a su hogar”, dijo la entidad. 
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